miércoles, 1 de octubre de 2014

Derribando el muro Estado-Sociedad


 Dos de los conceptos más importantes en cualquier discusión sobre la libertad son el Estado y la sociedad. Casi todos los libertarios están de acuerdo en que hay una línea entre un Estado y una sociedad, pero ¿dónde se pone exactamente?
 

Es conocido que el sociólogo de los siglos XIX y XX, Franz Oppenheimer, analizó estos conceptos en su obra clásica El estado. Escribía:

    Quiero decir con ello [el Estado] esa suma de privilegios de posiciones dominantes
que nacen por poder extra-económico. (…) Quiero decir con sociedad la totalidad de conceptos de todas las relaciones e instituciones puramente naturales entre hombre y hombre.


Las dos instituciones utilizan métodos en competencia e incompatibles para adquirir riqueza y poder. El Estado usa lo que Oppenheimer llama “los medios políticos” o el uso de la fuerza; la sociedad usa “los medios económicos” o la cooperación.

Donde la sociedad produce, el Estado saquea. Donde la sociedad funciona mediante acuerdo, el Estado emite órdenes. Así que el Estado es el principal rival y enemigo de la sociedad a la que somete y de la que abusa para su sostenimiento.

El individualista estadounidense del siglo XX, Albert Jay Nock, fue el conducto de Oppenheimer al pensamiento económico estadounidense. En su libro, Our Enemy the State, Nock escribía:
    Tomado el Estado dondequiera que se encuentre, mirando a su historia en cualquier punto, no se ve forma de diferenciar las actividades de sus fundadores, administradores y beneficiarios de aquellas de una clase de delincuentes profesionales.

Murray Rothbard depuraba esta descripción en su ensayo “Society without a State”, en que escribía:
    Defino al Estado como aquella institución que posee una o ambas (casi siempre ambas) de las siguientes propiedades: (1) adquiere su renta por la coacción física conocida como “impuestos” y (2) afirma y normalmente obtiene un monopolio coactivo de la provisión de servicios de defensa (policía y tribunales) sobre un área territorial concreta. Una institución que no posea ninguna de estas propiedades no es y no puede ser, de acuerdo con mi definición, un Estado.

 No todos los libertarios están de acuerdo con el análisis anarquista de Rothbard.  Incluso Nock introdujo un tercer concepto en su explicación: el gobierno. Para Nock, el gobierno era una agencia que protege los derechos individuales dentro de la sociedad a cambio de una “tarifa”. Tampoco estaba Nock solo al distinguir entre un gobierno y el Estado. El propio Oppenheimer dejaba la puerta abierta a una agencia distinta llamada gobierno cuando declaraba, en el prólogo a El Estado:

  “Otros pueden llamar a cualquier forma de liderazgo y gobierno o a cualquier otro ideal el ‘Estado’. Se trata de estilo personal”.

Sin embargo, sea cual sea tu estilo personal, practicamente todos los Estados ahora funcionan claramente -en mayor o menor grado- como un ESTADO con mayúsculas, no un gobierno legítimo. Y, como todo parásito arrogante, el Estado está empezando a consumir y matar a la sociedad de la que se alimenta.
 


La ingeniería del consentimiento-
 

El Estado consume sociedad, o bien por la fuerza o bien mediante consentimiento del pueblo. Prefiere el consentimiento. Para empezar, hay demasiada gente como para obligar a obedecer a todos: si solo un 10% rechazara obedecer una ley, esa ley probablemente sería aplicable.

La cuestión para el Estado resultar ser cómo convencer a un pueblo libre para que renuncie voluntariamente a una sociedad productiva y cooperativa, prefiriendo un Estado coactivo.

Hay varias maneras. Por ejemplo, la gente puede ser convencida de que el propio estado no solo es productivo sino asimismo "más fiable" que la sociedad. Así, a agencias como la FDA no solo se les atribuye “producir” seguridad alimentaria, sino también refrenar un mercado libre "irresponsable" que en caso contrario vendería comida envenenada para niños.

En realidad, la FDA no produce nada: drena la sociedad mediante impuestos y regulaciones e impide que aparezcan alternativas eficaces en seguridad. Aun así, el estado convence a la gente de que la sociedad es su enemiga y la autoridad su amiga.

Otro método por el que el estado controla y consume la sociedad es mediante condicionamiento: En su Discurso de la servidumbre voluntaria, el jurista francés del siglo XVI, Étienne de La Boétie, investigó la cuestión de por qué obedece la gente. La razón principal, concluía, era la costumbre. Mediante la educación (adoctrinamiento), la gente perdía gradualmente el hábito de actuar como personas libres. La Boétie observaba:

    Es increíble cómo tan pronto un pueblo se convierte en súbdito, cae inmediatamente en tal completo olvido de su libertad que difícilmente puede despertársele hasta el punto de recuperarla, obedeciendo tan fácilmente que uno tiene que decir, al observar esa situación, que este pueblo no es tanto que haya perdido su libertad como que se ha ganado su esclavitud.

Generaciones que nacieron “bajo el yugo y luego criadas y educadas en la esclavitud” aceptaban su condición como natural. Así que era importante para el Estado controlar cómo se educaban los niños, principalmente controlando la educación. Pronto la gente creía que la vida había sido siempre así, que la vida siempre sería así y por tanto, hacía esfuerzos extremos por introducir una nueva visión.

Pero controlar la educación no era suficiente para acallar a los disidentes que aparecerían inevitablemente de entre quienes no podían ser convencidos ni educados en la obediencia. El Estado combatía a los disidentes de varias maneras. Una clave era controlar o, al menos, monopolizar la imprenta, porque “los libros y la enseñanza más que cualquier otra cosa dan a los hombres la sensación de entender su propia naturaleza y detestar la tiranía”. De esta manera, las autoridades impedían que la gente comparara el pasado con el presente y así controlaban lo que la gente creía que era posible en el futuro.

Con el control de la información, las autoridades podrían convencer a la gente de que actuaban para mejorar el bienestar público, que eran la encarnación del bien público, de la ley y el orden. Así, aquellos que actuaban o hablaban contra el Estado eran enemigos del bien público.

Los individuos con autoridad reforzaban su propia imagen noble, pareciendo impresionantes, es decir, mediante un proceso de mistificación. Los políticos se alineaban con la religión, juraban defender el derecho del territorio, recurrían a la autoridad de la tradición o un documento fundacional, etc. Presidían sobre muestras de pompa y vestían los uniformes de sus agentes con armas. Las autoridades participaban en rituales de oficio y alojaban a sus agencias (por ejemplo, los tribunales) en edificios caros  e impresionantes.

La Boétie veía la mistificación del Estado como segunda razón más convincente por la que el pueblo obedecía.

Por supuesto, siempre habría gente que no podría ser convencida o intimidada, pero que quizá pudiera ser comprada. Y así las autoridades también se dedicaron a una generosidad faux que La Boétie también identificaba como otra gran razón para la obediencia: el soborno. Contaba el espectáculo de gobernantes que literalmente alimentaban a la gente distribuyendo comida. “Y así todos gritaban desvergonzadamente: ‘¡Larga vida al rey’”, señalaba desdeñosamente La Boétie.

    Los muy idiotas no se daban cuenta de que estaban simplemente recuperando una parte de su propia propiedad y de que su gobernante no les podría haber dado lo que estaban recibiendo sin habérselo quitado antes.
Este soborno directo palidece en importancia, sin embargo, frente a una forma indirecta que La Boétie llamaba “la fuente primaria y el secreto de la dominación, el apoyo y fundamento de la tiranía”. Era el soborno institucionalizado mediante el que millones de personas eran contratadas en empleos estatales y percibido dinero de impuestos para pagar sus nóminas. Estos empleados del Estado “se aferran al tirano” y le ofrecen su lealtad.

Algunos empleados del Estado, como los policías, se convirtieron en las manos del Estado, atravesando la sociedad para implantar leyes y políticas. Los intelectuales mantenidos con impuestos, como los profesores de universidades públicas y receptores de concesiones públicas, se convirtieron en la voz del estado, defendiendo su legitimidad. Otros, trabajando como administrativos o agentes menores, hacían que la maquinaria del Estado funcione penosamente.

A lo largo de generaciones, surgió una nueva y enorme clase de gente: la gente que servía al Estado a cambio de un salario. Estos empleados del Estado destruyeron voluntariamente su propia libertad y la de sus vecinos. Y lo hicieron sin pensar, porque la fuerza de la costumbre y el poder de la "educación" les llevaron a creer que las cosas siempre habían sido así y siempre lo serían.


El muro que separaba el Estado de la sociedad está siendo derribado aceleradamente por el propio Estado con su agresivo avance en el control de todo aspecto de la vida individual, productiva y cooperativa.

viernes, 5 de septiembre de 2014

Las Cinco Etapas


Las cinco etapas del volverse anarquista.
 

Tal vez eres un libertario, ¿pero un anarquista? No, de ninguna manera. Sin embargo algún día puede que lo seas.

En el camino al anarquismo hay cinco etapas. Y a diferencia de las aplicaciones convencionales del modelo de Kübler-Ross el resultado final no es pérdida o muerte, sino vida y libertad.

1: Negación
Para tí el anarquismo es absurdo, insostenible e imposible. Debe ser ignorado y abandonado. Por otra parte tu ininteligible ideal de "gobierno limitado" debe mantenerse en alto y perseguido sin pausa. Puedes o no pensar que el fenómeno de "fallas del mercado" es real.
Un amigo tuyo anarquista te acerca una copia del Manifiesto Libertario de Murray Rothbard, mientras orgulloso te dona una remera impresa con logos, tu le afirmas "he aprendido todo lo que necesito saber de Ayn Rand y de Milton Friedman, muchas gracias"

2: Bronca
¿Por qué estos molestos anarquistas socavan el movimiento libertario? Justo cuando respetables políticos liberales comienzan a influenciar a sus colegas, algún renegado anarquista mancilla los logros. Y tan pronto como el libertarianismo gana un ápice de respeto del público en general, los anarquistas le recuerdan a cada uno cuan loca es la libertad.

Si eres confrontado por un anarquista particularmente persistente, le citas a F.A. Hayek asumiendo que eso lo acallará antes de arrancar. "Probablemente nada ha dañado tanto a la causa liberal (libertaria) como esa férrea insistencia de algunos... en ciertas reglas generales acerca del principio de laissez faire."
Por otra parte, aún si los caminos privados fueran posibles, seguramente el gobierno se necesita para proveer la defensa nacional. Después de todo la Constitución así lo dice.

3: Negociación
Bueno, bueno, quizás los anarquistas tengan algunos puntos sólidos. Estás deseando hacer tal concesión. Pero aún así, vivimos en un mundo de realidades.
Tu heroe, Ludwig von Mises, lo sabía. Por esa razón rechazó la ausencia del Estado apuntando que "El anarquismo no entiende la naturaleza real del hombre. Sería practicable solamente en un mundo de santos y ángeles".
También tu novia estatista (o novio, esposa o esposo) justo llegó a un acuerdo con tu inhumana creencia en la institución de la propiedad privada y está durmiendo contigo nuevamente. No estás en condiciones de pasar ese mensaje. En tanto esos anarquistas te dejen
tranquilo, tu no te meterás con ellos.
Ante una nueva insistencia de tu amigo anarquista, a regañadientes lees el Manifiesto de Rothbard.

4: Depresión
Después de leer a Rothbard el mundo que te rodea colapsa. Te cuestionas tus creencias fundamentales.
¿Puedo yo realmente ser uno de ellos? te lamentas. "Ahora no hay esperanza para mi".
En el precipicio del anarquismo te aferras al último dogma del poder estatal que aún crees podría ser legítimo: la justicia. aún si el libre mercado puede proveer cantidades adecuadas de aire puro, defensa y policía ¿como podria solucionarse una disputa entre entes privados?

5: Aceptación
Un día todo encaja exactamente. Cualquier disonancia cognitiva persistente se evapora y la niebla se disipa. Haber leido a Hans-Herman Hoppe tiene algo que ver con ello, logicamente, pero fué tu habilidad  para librarte de los grilletes del pensamiento convencional lo que finalmente te condujo a tu completo rechazo del Estado.
Alcanzas una cima de clase intelectual. Tu concepción de sociedad ya no incluye la estrecha restricción retrospectiva del Estado y su progenie de guerra, opresión, tiranía e injusticia. los individuos no necesitan ser circunscriptos para ser civilizados.
e das cuenta que el Estado no es un virus del que podemos inmunizarnos exponiendonos a pequeñas dosis. Es un tumor canceroso que se alimenta de aquellos que ignoran su verdadera malignidad. Concluyes en que "gobierno limitado" es un oximorón.


Repentinamente, eres un anarquista. Lo experimentas en el preciso momento cuando te das cuenta que el Estado es supérfluo.
Y aúnque probablemente no sea un tema de conversación educada en reuniones y fiestas, lo largas de cualquier manera. "Soy un anarquista", sueltas en toda oportunidad, aúnque sea sin mas razón que disfrutar de los aspectos de perplejos que siempre resultan.

Luego de unas tres horas y media de conversación al menos uno de tus interlocutores queda suficientemente intrigado para echar un vistazo a ese excéntrico Rothbard. Ahi comienzan las cinco etapas en otro individuo, y con eso bien valió la pena el tiempo invertido.

Dentro de cada libertario hay un anarquista esperando ser liberado. Eres estatista o no lo eres, no existen términos medios.

domingo, 10 de agosto de 2014

 Como me hice anarquista.

Considerando que es un artículo excelente, especialmente para la gente de habla hispana, muy  inculcada desde temprana edad en la religión mas difundida mundialmente -el estatismo-, me  tomo el atrevimiento de intentar traducir esta interesante nota de Jeffrey Tucker del 5 de Agosto del 2014, que se encuentra aqui:

http://tucker.liberty.me/2014/08/05/how-i-became-an-anarchist/



Como me hice anarquista.
Por Jeffrey Tucker
, Ago 05, 2014

Frecuentemente la gente me pregunta "¿Cuando te volviste anarquista?". No es fácil responder esta pregunta. Los cambios profundos en la perspectiva intelectual de uno no ocurren de la noche a la mañana. Primero comienzas a considerar la idea. Luego evaluas su credibilidad. Puedes incluso abrazar la idea completamente, pero solo en abstracto. El cambio intelectual real llega cuando puedes ver como trabaja la idea en el mundo real, incluida tu vida diaria. Ahi es cuando llega la confianza en la idea.

Por esta razón siempre me intrigó que alguien pudiera hacerse socialista. Es la idea menos racionalmente imaginable. Los bienes escasos no pueden ser literalmente poseidos en un basamento socialista. Prueba socializando tu computadora portátil o tus zapatos o cualquier bien de consumo o de capital. Dos personas no pueden ser simultáneamente propietarios plenos de la misma cosa. El socialismo siempre termina en control y propiedad estatal, lo que conduce siempre al desastre al implementarse finalmente. Los socialistas reales o no comprenden la idea o simplemente deciden vivir en una ilusion.

La primera vez que escuché anarquismo -del tipo propiedad privada- fue cuando ví el libro de Murray Rothbard Hombre, economía y Estado en un estante de la biblioteca de un profesor. Su título se refería directamente a temas en los que yo pensaba asiduamente en esos tiempos. Le pregunté acerca de él al profesor y se alarmó, como si yo hubiera visto algo que se suponia no deberia ver. Rapidamente me alertó contra la lectura del libro. Ominosamente me dijo "Rothbard es un anarquista". De inmediato quise leerlo, pero no podía pues dicho libro no figuraba en la biblioteca de la escuela y no podia tomarlo del estante del profesor.

En su lugar puse la idea en "pendiente" y me introduje profundamente en la tradición de libre-mercado. Cuanto mas leia mas me impresionaba. Milton Friedman tenía razón. Henry Hazlitt tenía razón. Ludwig von Mises tenía razón. Leonard Read tenía razón. Esta tradición en su totalidad, retrotrayendome hasta Adam Smith fue realmente algo espectacular. El mundo trataba de manejar las economías via mandatos Estatales y solo conseguía tremendos errores. Solo la libertad y la propiedad privada son verdaderamente productivas, creativas, progresistas y potenciadoras de todos en la sociedad.

aún así, cada uno de estos pensadores se detuvo muy cercano a decir que realmente no se necesita ningún Estado. Todos parecian concordar en que se necesita un Estado para mantener la paz... Es todo lo que nos separa del caos total... Sin Estado no habriamos conseguido ni el primer paso hacia el orden social...No habria camino garantizado hacia la seguridad...Los bienes y servicios esenciales no serian provistos. No habría cortes ni militares y quizas ni siquiera rutas. El Estado provee las cosas que el mercado no. Asi al menos lo pensamos.

Con el transcurso del tiempo, estas ilusiones se hicieron astillas una por una. Los caminos, las comunicaciones y aún los bienes publicos legendarios tales como los faros -desde una perspectiva puramente histórica- fueron provistos por el libre mercado. Despues los gobiernos se apoderaron de ellos. ¿Las cortes? En los 80's las cortes gubernamentales estaban tan atiborradas y eran tan ineficientes que los comerciantes e individuos no querian hacer uso de ellas. El arbitraje privado fue una opción mucho mejor. aún en los negocios corrientes los contratos fueron escritos de manera que cualquier disputa tenía que resolverse en cortes privadas.

Eso significó a mi mente que ni dichos servicios eran algo exclusivo del gobierno; podían ser provistos exclusivamente por el libre mercado. No es el Estado quien nos mantiene seguros en el dia a dia, sino nuestras propias precauciones y medidas preventivas tales como cajas de seguridad, armas y servicios de vigilancia.

Todo esto me sucedía en los años de la Guerra Fria. El holocausto nuclear nos amenazaba diariamente. Nos rodeaban enemigos extranjeros. Los comunistas querian nuestra forma de vida. Hasta parece un poco alocado hablar hoy de esto, conocido cuan increiblemente pobres y pateticos todos los paises del bloque Sovietico se revelaron despues de 1989. Pero en ese tiempo era atemorizante. No podiamos desarmarnos como nación porque arriesgariamos nuestra forma de vida.

Mientras leia historia comencé a encontrar cosas interesantes. El Espanto Rojo fue algo que inundó y decayó por ciclos en la historia de los EE. UU. La gente estaba aterrorizada de los comunistas en los 1920's tanto como en los 1980's. En el medio estuvo ese misterioso período en que los líderes norteamericanos y soviéticos fueron aliados cercanos en la lucha contra los alemanes y los japoneses.

De hecho, Estados Unidos hizo muchas cosas para mantener el régimen soviético en el poder, y despues de la 2a. Guerra Mundial los propios EE. UU. ayudaron a convertir a Europa Oriental al control sovietico. Repentinamente despues de eso los soviéticos volvieron a ser enemigos nuevamente. Fue para concitar la atención que George Orwell escribió "1984" (una rotación de 1948), en 1949.

Estos hechos comienzan a complicar el cuadro. No necesito recorrer el revisionismo histórico completo, pero alcanza mencionar que la imagen de los EE. UU. en guerra en el siglo XX resulta mucho menos clara de lo que aparece en los semanarios de noticias sesgados ideológicamente. La Guerra Fria no fue una historia de angeles y demonios, a pesar del impulso nacionalista a brindar por nuestro propio Estado. Fue una lucha entre Estados, donde ambos se inclinaron hacia el mentir a sus poblaciones y favorecer el conflicto sobre la paz. Fue imposible no darse cuenta que cuanto mas los EE. UU. ampliaban su máquina de guerra contra el comunismo, mas el gobierno amenazaba la libertad americana localmente. Es evidente que la guerra nunca fue amiga de la libertad.

Mientras tanto comencé a darme cuenta que si los EE. UU. fuesen alguna vez realmente invadidos por un enemigo extranjero, los gobiernos podrian ayudar, pero tambien dañar imponiendo la Ley Marcial, nacionalizando las industrias y retirando armas, como los gobiernos tienden a hacer en emergencias. En la practica seran los ciudadanos privados y sus mercados los que seran decisivos en derrotar a los invasores mediante medios privados: nuestras propias armas, aparatos de seguridad, redes de amigos y los esfuerzos individuales y comuitarios.

Tal como yo pienso es una idea risible que podemos depender del gobierno para toda nuestra protección. Basado en la experiencia, el gobierno causaría mas daño simplemente porque los gobiernos tienden a usar las emergencias para su propia ventaja y la de los que los potencian (intereses especiales). aún peor, la gente con poder tiende a alentar e incluso crear emergencias cuando tienen el poder para hacerlo.

Este fue el curso de mi desarrollo a lo largo de un período de probablemente cinco años. Finalmente un dia me detuve en mis huellas y me pregunté: ¿Hay alguna cosa que el gobierno hace que necesite ser hecha y que no pueda ser hecha mejor y con mayor eficiencia mediante libre asociación?

Mantuve esta pregunta girando en mi mente. No conseguí pensar en otra respuesta excepto que no hay nada que haga el gobierno, que merezca ser hecho, que no pueda ser mejor realizado a través de la libre asociación. Fue un pensamiento atemorizante. ¿Estaba volviéndome anarquista? ¿Iría ese pensamiento a cambiar mi vida? ¿Si continuara  en esa dirección estaría haciendo algo terriblemente irresponsable? Encontré tranquilidad en la posibilidad que yo aún no había llegado hasta el final, que quizás había algo sobre la forma en que habia formulado la pregunta, que no me impidió reparar en algun pequeño aspecto del gobierno, que podria abrazar para no tener que considerarme loco.

Fue en el lobby de un hotel donde Murray Rothbard se alojaba en que finalmente le formulé esa pregunta. Se la hice con franqueza. ¿Si respondo no a la mencionada pregunta asi formulada, significa que soy un anarquista? Murray dijo sí. Aclaré un poco mas: ¿Si concluyo que el Estado no contribuye en nada al orden social y no puede hacer mejoras a lo que creamos por nosotros mismos, soy un anarquista? Dijo sí nuevamente. Respondí: Bien, supongo que lo soy. Le brotó una sonrisa, apreto mi mano vigorosamente y con exhuberancia me felicitó con su bien conocida expresión de júbilo. Bien, supuse que la proeza estaba hecha.

Pero aún estaba equivocado. La proeza intelectual habia sido hecha, pero era aún muy fácil conservar la idea como una abstracción, nada que afectase mi labor diaria o mi vida. Una cosa es tener alguna lejana visión de la luz, pero otra cosa es ver que la luz nos rodea. Este paso tomó muchos años mas pensando sobre particulares tales como, los derechos humanos, mercado de servicios, las construcciones de la libertad, la forma en que el Estado funcionó en la historia y la forma en que lo hace hoy. Las etapas finales de este proceso del pensamiento estaban a varios años de ser hechas.

Lo que gradualmente descubrí en el curso de mi vida diaria es que el anarquismo está en todo lo que nos rodea. El Estado no nos despierta en las mañanas, hace nuestras camas, teje nuestras sabanas, construye nuestras casas, hace andar nuestros autos, cocina nuestra comida, nos hace trabajar duro, produce los libros que leemos, llena nuestras casas de devocion, elije nuestros amigos y amores, ejecuta la música que nos gusta, produce las peliculas que miramos,cuida nuestros niños, atiende a nuestros padres, elije donde iremos de vacaciones, dicta nuestra conversaciones, embellece nuestro tiempo libre, ni nada de muchisimas cosas mas.

Estas son todas cosas que hacemos nosotros mismos. Le damos forma a nuestro propio mundo. Ejercitando la voluntad humana, todos trabajamos para hacer ordenadamente el mundo que nos rodea. Todos trabajamos desde nuestro -correctamente entendido- interés propio para encontrar formas de tener una buena vida y trabajar con otros sobre la base del beneficio mutuo, observando que nuestras buenas vidas no sean a costa de los derechos y libertades de otros. Las cosas bellas de nuestra vida provienen de la libertad. Esto es verdad en el mundo entero. Siempre ha sido verdad. Una bella anarquía es la gran fuente de civilización por si misma.

¿Qué rol juega el Estado? Interfiere. Nos quita la prosperidad, reduciendo nuestra riqueza personal a todos. Bloquea oportunidades mediante regulaciones y la creación de carteles. Mucho peor que eso: busca formas de iniciar guerras, se entromete en nuestras familias, castiga comportamientos pacíficos que no dañan a otros, demora el desarrollo en miríada de formas. El Estado es la gran externalidad. Es exógeno a la misma sociedad. La mayor parte del mundo funciona a su manera y no obstante la civilización florece porque la gente lucha  para ignorar el Estado tanto como sea posible. ¿Que si desapareciese? No veo detrimento real alguno, sí, en cambio grandísimas ventajas.

Y aún permanece el problema de aquellos que nos advierten del apocalipsis si el Estado desaparece. La mayoría de la gente que cree en el gobierno limitado (minarquista) conjura con esta idea. aún grandes pensadores como Ludwig von Mises y Henry Hazlitt lo creyeron. Todos ellos aceptan alguna versión de la pesadilla conjurada por Thomas Hobbes: En ausencia del Estado la vida sería sórdida, solitaria, brutal y corta. Bueno, lo escribió durante un período de cataclismo político, un tiempo en el que tribus religiosas luchaban para controlar el Estado. La vida sin el Estado hubiera sido exactamente de esta forma, pero precisamente por la presencia del Estado, no por su ausencia.

No profundizaré en cada permutación de esta noción, ni intentaré refutar cada "justificación" del Estado en este espacio. Solo mencionaré una intuición muy común que mucha gente tiene. La gente dice que no es un gran punto eliminar el Estado porque la gente creará otro en su lugar. No dudo que esta afirmación es verídica. La gente tiene la ilusión que el Estado es una contribución importante para la sociedad. Ellos quieren lideres que ordenen desde arriba, aún conociendo la contracara.

Pensemos en Samuel de las Escrituras Hebreas. La gente fue a él queriendo un rey. Él les alertó que un rey tomaría sus propiedades, pondría a sus hijos bajo esclavitud, iniciaría terribles guerras y, eventualmente, esclavizaria a todos. No importó: querían un rey de cualquier forma.

Esta es la forma de ser de las personas. Algunas veces piden por su propia esclavitud. Esa es la razón por la que el Estado continua reinventándose. Todo el crédito va para los que al menos entienden que debe ser limitado al menos en caso de existir. Pero tales límites nunca han funcionado. Por eso es que es mejor permitir que la sociedad florezca sin uno.

El gran proyecto de libertad es iluminar a las personas contra la persecusión de la ilusión que un Estado puede ser amigo y benefactor de la vida humana. Esto es en lo que consistió la revolución liberal de finales de la Edad Media, a través del Iluminismo. Necesitamos entender la belleza de la libertad si queremos alcanzarla.

Desde la llegada de la era digital nos fue posible observar el asombroso poder creativo de la voluntad humana de primera mano. Cada nanosegundo individuos en todo el mundo estan trabajando para crear nuevos tipos de asociaciones, instituciones, capital y medios de prosperidad. Estamos viendo desenvolverse delante de nuestros ojos cosas que jamas imaginabamos posibles hace una década. Recién comienza. Estamos a nivel del suelo en instituciones tales como impresión 3-D, monedas alternativas y civilizaciones basadas en la "nube", capaces de brindarnos mas libros, videos, arte y sabiduría que ningún ser humano en las pasadas eras podria haber adquirido en varias vidas de existencia. Este mundo emergente esta transformando nuestras vidas. Advierta: ningún Estado lo hizo, ningún Estado aprobó esto y ningún Estado lo guía.

Finalmente, permítaseme admitir que mi anarquismo es probablemente mas práctico que ideológico, lo que es inverso de lo que fué para la mayoría de los pensadores anarquistas de la historia bien conocidos. Veo la volición y la acción humanas sin cumplir órdenes. Lo encuentro inspirador. Libera mi mente para entender que es realmente importante en la vida. Puedo ver la realidad por lo que es.

El anarquismo no es una lejana ideología que me agranda por un mundo sin Estado, sino realidades prácticas de la lucha humana por hacer algo de este mundo a través de nuestros propios esfuerzos. Solo los humanos podemos superar el gran curso de escaseces que el mundo nos impuso. Hasta aquí solo puedo decir que el Estado es, en lo mejor, la gran incomodidad que frena el maravilloso proyecto de construir la Civilización .